La Difícil Carrera hacia el Goya: Costes y Visibilidad
El pasado 29 de octubre se comunicaron el total de cortos en ficción, documental y animación que son candidatos para la 40.ª Edición de los Premios Goya. En total son 48 cortometrajes que han cumplido los requisitos marcados de participación por haber sido seleccionados o premiados en alguno de los festivales calificadores nacionales o internacionales que recoge el listado de la Academia. Es una pena, que no se visibilice más los procesos y el lugar de las producciones al público, porque eso da un detalle interesante de la riqueza e idiosincrasia de nuestro país vinculada a su realidad cultural, aunque desde los organismos públicos de algunas CC.AA dan visibilidad y apoyan la Campaña de las producciones que han tenido lugar en su territorio. Depende del presupuesto, pero bueno, ese ya es otro tema.
Por cada categoría hay varias obras valencianas, a ver si hay suerte y alguna acaba nominada. Este año no parece que no hay un claro favorito, así que va a ser un arduo trabajo para llamar la atención de los académicos/as. Es verdad que la lista es corta a diferencia de otros años, ojalá los académicos/as vieran las obras, es un proceso complejo por tiempos, realmente se debería de hacer alguna cosa, pero es literalmente imposible que los académicos/as pueden toda la producción del año en el periodo marcado. Tendrán ventaja, productoras con una trayectoria conocidas, directores/as repiten en el sector del cortometraje…

La campaña de los Goya es un gasto relevante a nivel de comunicación y acciones, el mínimo son alrededores de 1.500 € y desde luego no todas las producciones se lo pueden permitir. Lo mejor es que el ruido haya sido durante el proceso de distribución y las redes sociales ayudan mucho. Es un viaje que conozco porque lo he realizado de manera personal dos veces, y apoyando el proceso alguna que otra vez más. Por cierto, los premios Goya, no tienen premio económico, solo te entregan la estatuilla y si quieres un duplicado lleva un coste.
El Cortometraje como Escalón: Saltos y Regresos Residuales
Estoy vinculada con el sector, sobre todo el cortometraje desde 2007 y he visto muchos, muchos cortos y creo que ahora mismo vamos sin rumbo. Estamos, o mejor dicho, se necesita un cambio, el proceso de creación y producción de cortos debe de tener un sentido y objetivos y que tenga una repercusión a nivel global como industria en el conjunto de sus departamentos. No me vale, el discurso de mola el corto porque incluso Almodóvar está haciendo cortos. Pocas personas en este sector pueden hacer lo que le da la gana, y él es uno de los pocos y se lo ha ganado, una pena que como tantos profesionales no se le valore en su país. Por supuesto, que muchos directores/as dan el salto al largo después de trabajar en el corto, y quedan o regresan directores/as al mundo del corto porque amán esta expresión artística, suelen ser temáticas sociales, muy interesantes que sirven para oxigenarse de su otra realidad que suele ser la publicidad. Los actores y actrices vuelven, pero por el problema en encontrar un hueco y poder hacer otra cosa, es su forma de obtener visibilidad, o un favor a directores/as o productores buscando un hueco en su agenda u otra opción es que su trabajo tiene el pago de un sueldo importante en comparación con el resto, otro problema que si hubiera una regulación. En la actualidad vivimos años donde un % importante son actores conocidos, que son el enganche para la selección de la historia en festivales. Funciona. El resultado final ya es más subjetivo, pero se nota y mucho la relación director/a y actores y trayectoria, ensayos, trabajo y comunicación para hacer creíble la historia.

El resto de dpto. técnicos las diferencias son sustanciales entre las diferentes CC.AA y la realidad vinculada al corto, y supongo que se debe a la falta de normativa y obligaciones si son obras que se hacen con o sin una ayuda pública a la producción y la disponibilidad de los mismos porque estamos en un boom de necesidad de técnicos. El corto es una oportunidad para el desarrollo y aprendizaje profesional en los departamentos técnicos y retos porque los presupuestos son escasos siempre. Por supuesto, la comunicación y el trabajo en equipo es fundamental, y se nota cuando ves un cortometraje. Extraño los artículos del distribuidor Ismael Martin que fueron un aprendizaje sobre el sector. Hago un inciso, y me gustaría poner en valor el trabajo de créditos, cartel; porque de nuevo hay que destacar la importancia de la visibilidad del proyecto.
La Crisis Estructural: El Vacío de los Productores y la Falta de Normativa (PRL, sueldos y seguros)
Los que no vuelven son los productores/as que se formaron con el corto y dieron el salto al largometraje o las series. No es algo absoluto tampoco; hay excepciones y causas, que ya dependen de los planes de empresa y sus razones. Por supuesto, hay productoras especializadas en cortometrajes, pero se tiene que diversificar; la realidad es que levantar una película es muy complicado y vivir del mundo cortometraje exclusivamente es imposible. No entiendo por qué todavía no está claro que los procesos de producción de una obra audiovisual se vinculan a una empresa/productora.

Hay normas y obligaciones que se deben cumplir por delante de los procesos creativos. La «creatividad» no se puede vender como un estandarte que, en realidad, está haciendo que no brote nada ni que, en el caso del corto, se genere una industria fuerte. Aquí hay una dicotomía importante porque, por amor a los proyectos, nos dejamos la piel, pero no se pueden perder de vista factores fundamentales como sueldos, Prevención de Riesgos Laborales (PRL), seguros y costes de producción (comidas, alojamiento, desplazamiento). No es un tema baladí, sino fundamental y necesario, porque el rodaje de un corto son pocos días, pero se pueden superar el horario normal de 8 horas diarias de trabajo. Quiero, además, incluir todo el proceso de distribución y comunicación. Hoy es necesario que, igual que se hace con una película, se debe hacer con un cortometraje. Hablo con conocimiento de causa, pues yo tuve un accidente laboral grave en un corto, me rompí un tobillo y me operaron dos veces para poner y quitarme un tornillo, y fue casi un año de recuperación. Es una cuestión de salud, y la juventud es un grado, pero no dura para siempre y hay que comer todos los días.
Por supuesto que se deben hacer cortos como procesos formativos en las escuelas de cine (de lo relevante de este año son los cortos de la ESCAC, universidades, escuelas privadas…), pero con pautas, normas y obligaciones claras y hasta un máximo de tres obras antes de dar el salto a la producción general; el resto lo consideramos como si fueras un director/a novel. Aquí puede haber excepciones y ser un planteamiento menos radical; por supuesto, no todos pueden verse o pasar por el mismo embudo. Aquí están las obras o creaciones de aficionados, aquellos que siguen de manera independiente e incluso autodidacta los procesos de aprendizaje.
Me repito de nuevo: los procesos de producción de una obra audiovisual se vinculan a una empresa/productora, y eso no se puede saltar, hay obligaciones. No podemos acuñar o incorporar el término cultura y usarlo en un único sentido, porque justamente estos razonamientos o mentalidad nos llevan a la precariedad laboral, a lo que se une que somos muchos, demasiados, para un mismo pastel. El audiovisual debe ser una industria, generar riqueza directa e indirecta y llegar a las masas. Esa es la premisa de inicio y fundamental. El rizo está rizado y hay muchos intereses, pero hay discursos que con mi edad no son válidos.
Con la precariedad laboral, la falta de estructura empresarial y los elevados costes de visibilidad como telón de fondo, la urgencia de actuar es clara. En la segunda parte propondremos soluciones regulatorias centradas en la duración de las obras, la captación de público y la profesionalización de los festivales calificadores para los Premios Goya.





